octubre 24, 2005

En uno de sus acertados apuntes del la semana pasada, Hari Seldon dice:
Saben cual es la mejor forma de reducir la pobreza? No es dándole caridad a los pobres: es eliminando a los pobres convirtiéndolos en ricos... ¿Cuándo vamos a aprender de esto?

Y por supuesto tiene toda la razón. Pero no todo mundo entiende la diferencia entre transferir riqueza a los pobres como susidio y convertir a los pobres en ricos. Para convertir a los pobres en ricos no basta con regalarles dinero. Eso lo único que provoca es que se vuelvan dependientes del gobierno. Claro que a los políticos les conviene esta situación para así intercambiar “ayuda” por votos. Además gran parte de ese dinero que el gobierno destina a ayudar a los pobres es gastado en mantener a la ineficiente y corrupta burocracia gubernamental.
No sólo eso, la ayuda gubernamental de todos modos no resuelve el problema. El gobierno estaodunidense ha gastado 9 billones de dólares desde 1965 en su "lucha contra la pobreza". Como vimos todos en la cobertura televisiva tras Katrina en Nueva Orleáns, a pesar de todo ese dinero, no pueden ganar esa “lucha”. ¿Por qué? Porque regalándole dinero a los pobres sólo los mantiene pobres.
Que quede claro, no me opongo a la caridad. La caridad es útil para ayudar a personas en el corto plazo. Por ejemplo, la caridad ayuda a las personas afectadas por desastres naturales como Stan o Wilma. Pero en el largo plazo la única manera de que los pobres dejen de serlo es precisamente eliminando esa expectativa de que automáticamente recibirán dinero por ser pobres como si fuera un derecho. No lo es.
¿Cuál es la solución entonces? La solución es permitir que la gente pobre se vuelva productiva. Específicamente, necesitamos condiciones en las que más empleos puedan ser creados. Si le quitamos dinero a las personas productivas y a los empresarios para dárselo a los pobres, no sólo no resolvemos el problema sino que lo empeoramos al quitarle recursos a quienes pueden crear más empleos. Así pues, medidas específicas como reducir impuestos y reducir restricciones en las leyes laborales, por ejemplo, ayudarán más a reducir la pobreza que regalarles dinero a los pobres. Y esto no es sólo algo teórico, la experiencia lo demuestra que los países más liberales tienen menos pobreza y que aquellos que liberalizan su mercado también reducen su pobreza.
Eduardo García Gaspar en ContraPeso publicó hoy un artículo muy recomendable al respecto.

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