octubre 26, 2005

Castañeda y la CIDH

Ayer, tras un comentario mío, Mekishiko.Noneko en el blog Ciudad de México escribió un post explicando su preocupación por lo que está haciendo Castañeda. Antes que nada, Mekishiko está de acuerdo en que sería un avance el reformar las leyes electorales para que se reconozca la figura de candidato independiente. Su preocupación se centra más bien en los medios que está utilizando Castañeda para forzar esta reforma y se pregunta cuáles serán sus “verdaderas intenciones”. He aquí mi réplica:

Yo no creo que Castañeda tenga intenciones oscuras. Su intención, y la ha hecho saber desde hace tiempo, es competir por la presidencia. Simplemente, Castañeda no es militante de ningún partido pero tiene un proyecto e ideas interesantes (no concuerdo con todas, pero son mucho más sustantivas que las de cualquiera de los otros precandidatos). Sin partido y sin personas dentro de los partidos que lo apoyen, buscó forzar a las instituciones gubernamentales a respetar el texto de la Constitución que protege nuestra libertad de votar y ser votados. Lo hizo primero ante el IFE y TRIFE, tras su negativa fue a las cortes hasta llegar a la Suprema Corte, y finalmente, tras la negativa de ésta, fue a la CIDH. A mi manera de verlo, Castañeda ha seguido un proceso totalmente legal y propio (compáralo con el proceso sucio y extralegal seguido por AMLO con el asunto del desafuero).

Por otro lado debo aceptar que soy ambivalente respecto a recurrir a instancias internacionales. Tienes razón en que se abre la posibilidad de que estas instancias dicten nuestras leyes. Pero ¿es esto culpa de Castañeda? ¡NO! Él simplemente está usando un instrumento que el gobierno mexicano firmó hace tiempo. De hecho, resulta que para eso se firman los acuerdos internacionales; para comprometer a las partes a respetar los contenidos de esos tratados. Si a alguien quieres culpar porque Castañeda pueda utilizar a la CIDH, culpa al Senado mexicano que firmó la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. (Por cierto, este mecanismo es inútil contra regímenes autoritarios porque éstos no firman los tratados. No podemos, por ejemplo, utilizar una denuncia ante la CIDH para denunciar a Castro porque el gobierno represivo y autoritario de Cuba no reconoce a la CIDH.)

La otra opción que tenía Castañeda era la de tratar de convencer a los legisladores de que reformaran la ley electoral. Piénsalo un poco. Se antoja difícil convencer a una mayoría de legisladores de que le quiten el monopolio de los puestos públicos a los partidos políticos a los que ellos mismos pertenecen y a los que les deben su puesto. Si no pudieron ni aprobar la reforma para permitir la reelección legislativa que les convenía a ellos mismos y les proporcionaba independencia de los partidos, no veo cómo podrían abrirles las puertas a candidatos independientes. Ciertamente una presión ciudadana hubiese sido ideal. Pero no debería necesitarse una manifestación multitudinaria cada vez que exigimos que se respete una de nuestras libertades personales. Si así fuera sólo personajes populares podrían defender sus libertades y los demás nos quedaríamos fritos.

Ya para terminar, al final de tu post dices:
La situación nos obliga a pensar que algo que nace torcido, al final NOS puede dar torcimiento a todos, ¿no?

¿Cómo es que nos hace daño lo que está haciendo Castañeda? ¿Cómo es que nos puede dar torcimiento a todos? Para mí la discusión no se centra en si Castañeda hizo bien o no en recurrir a la CIDH. Es su derecho hacerlo y lo ejerció. El debate sí debe darse en torno a si es buena idea o no el permitir las candidaturas independientes. Desde mi punto de vista, lo son.

1 comentario:

Unknown dijo...

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